Desde que el mismo momento en que nacemos empieza un durísimo camino iniciático hacía nuestra plenitud. O al menos así debería ser.
Nuestro camino está ineludiblemente ligado al aprendizaje. Una de las definiciones más comunes lo define como el proceso a través del cual se adquieren nuevas habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del estudio, la experiencia,
la instrucción, el razonamiento y la observación. Tiene mucho que ver por tanto con la
educación pero también con el desarrollo personal.
Pero ¿es que ambos conceptos se pueden entonces entender por separado?
¿No deberían los sistemas educativos preocuparse y ocuparse más de aspectos como la capacitación personal? Sigue leyendo