Las teorías modernas de Administración y Gestión de Personas nos plantean que el principal objetivo de las organizaciones es la “creación de valor”, siendo el talento humano, el activo estratégico más importante, el que por medio de sus competencias hoy es el pilar fundamental en el logro de éste objetivo.
Por lo anterior, es de suponer, que el gran desafío de las organizaciones del siglo XXI es gestionar, desarrollar y retener a sus talentos. Pero la realidad nos muestra que hay un claro distanciamiento entre “los intereses de las personas y la capacidad de las organizaciones para hacerles una oferta de valor interesante. Las personas no se sienten comprometidas con los objetivos corporativos”[1].
El Neomanagement es definido por Iñaki Puñuel como “un conjunto de enunciados y prescripciones en materia de dirección de empresas y personas, que se fundamenta en la ideología y en las bases ideológicas – religiosas de la nueva economía sacrificial que domina en la actualidad el panorama ideológico empresarial y organizativo, y que son ampliamente compartidos por directivos y trabajadores”[2] Sigue leyendo