Recientemente hemos asistido a numerosos encuentros en los que se plantean de forma insistente la necesidad de cambiar de «modelo» (cultural, educativo, económico, social, etc), cuando se proponen CAMBIOS ESTRUCTURALES para mejorar el mundo en el que vivimos.
Un cambio estructural pasa por un cambio en las creencias y en los valores que articulan un grupo social. La teoría e investigación acerca de la agencia humana se ha orientado casi exclusivamente a investigar las influencias personales ejercidas de manera individual. Sin embargo, las personas no desarrollan sus vidas de manera autónoma y muchos de los resultados que buscan sólo se obtienen a través de esfuerzos interdependientes con las personas que integran su colectivo. Por ello, estas personas deben trabajar conjuntamente para asegurarse conseguir lo que no pueden lograr solos.
Albert Bandura, en su obra “Pensamiento y Acción” (1986), describe como las personas poseen un auto-sistema que les permite ejercer un control sobre el medio ambiente, por encima de sus pensamientos, sus sentimientos y sus acciones. Este auto-sistema incluye las habilidades de simbolizar, aprender de otros, planificar estrategias alternativas, regular la propia conducta y la auto-reflexión.
Nuestra duda estriba en si realmente estas personas son conscientes de esas habilidades que poseen, y si no lo son, cómo desarrollar mecanismos para que lo aprendan de forma rápida, útil y eficaz.
Por ello, desde el enfoque SISCAPEM a la hora de establecer los criterios que justifican la metodología Coaching-Learning, proponemos establecer claros criterios de diferenciación a la hora de definir los conceptos mas esenciales que justifican el enfoque metodológico.
Uno de los mas elementales estriba en la diferencia entre «Capacitar» y «Formar».
Segun se define en sus pilares básicos (de carácter etimológico) CAPACITAR es «Hacer a alguien apto, habilitarlo para algo» (RAE), o «Hacer que una persona o una cosa sea apta o capaz para determinada cosa».
Por otro lado, entre las acepciones de FORMAR, nos encontramos con la de «dar forma a algo» o la de «crear una cosa que no existía».
Nuestra inquietud gira en torno a adoptar un enfoque mas profundo a estas cuestiones. El método de acompañamiento basado en los diferentes enfoques de practicar el Coaching, es una forma muy adecuada para «Capacitar», si se practica con profesionalidad, responsabilidad y coherencia.
El buen coach no da «forma» sino que acompaña a su coachée en su propio proceso de descubrimiento de sus capacidades para desarrollar ciertas habilidades, es decir, ayuda a tomar conciencia (que el individuo
auto-reflexione) sobre su propio potencial.
Toda vez que el coachée es consciente de ese potencial, modifica sus propias creencias sobre si mismo y se empodera para «dar forma» a sus propias capacidades y desarrollar sus habilidades (innatas o adquiridas) de una manera mas eficaz y eficiente. Entonces él mismo decide someterse a programas de formación mas adecuados (útiles para él) para potenciar esas capacidades y desarrollar las habilidades.
Por ello entendemos que en todo proceso de cambio (personal y/o social) lo primero sería CAPACITAR y luego FORMAR
Es una sutil diferencia que ayuda a establecer criterios de excelencia en la selección de los procesos de formación y capacitación mas adecuados a cualquier colectivo humano. Este tema lo abordamos profundamente en el apartado «Aprender a Aprender» de la metodología desarrollada en el manual que está pendiente de ser publicado.
Dentro de nuestro enfoque metodológico (en esta dimensión del aprendizaje) este proceso lo hemos estructurado siguiendo la siguiente figura:
Capacitar:
Formar:
Fuente: Elaboracion propia extraído de Orti, A (2016): Metodología Coaching-Learning en el desarrollo de las Competencias esenciales para el Aprendizaje. (Pte publicación)
Nos gusta ser metódicos conceptualmente. Sólo así podremos dar coherencia a los resultados de las acciones emprendidas en torno a la consecución de cambios estructurales importantes (individuales y colectivos).